Marcos era un crack del balón, le encantaba jugar al futbol y se pasaba el día pensando en jugadas y entrenamientos. Cuando llegaba a casa después del cole le contaba a su hermana, Sol, todas las jugadas y goles que había metido. A Sol le encantaba escuchar las historias de su hermano y cuando él le hablaba de sus triunfos ella admirada le decía ¡eres un campeón! Y Marcos contento y orgulloso se marchaba a su cuarto rascándose la cabeza por el pasillo. Sol últimamente había observado que Marcos no paraba de rascarse la cabeza ¡hasta cuando estaba contándole alguna jugada emocionante se rascaba la cabeza! ¿Pero que le pasa? Se preguntaba Sol, ¿Por qué se rasca tanto la cabeza? .
Una tarde, Sol estaba terminando sus deberes cuando notó un picor detrás de las orejas, no le dio importancia y siguió coloreando su dibujo. Pero por la noche, mientras cenaba, volvió a notar el picor, esta vez era más fuerte y en la coronilla, miró a Marcos, que ya estaba terminándose la tortilla, y se dio cuenta que él también estaba rascándose. Marcos y Sol se miraron y al darse cuenta que estaban haciendo lo mismo les entró un ataque de risa. En ese momento mamá entró en la cocina ¿De que os reís? Les preguntó, contádmelo yo también quiero reírme. De nada mamá, contestó Sol, que cada vez Marcos y yo nos parecemos mas. Antes Marcos no paraba de rascarse la cabeza y yo no entendía porqué, pensé que eran cosas de mayores pero ahora yo también me rasco la cabeza así que ya soy mayor como Marcos. Los niños volvieron a mirarse y muertos de la risa empezaron a rascarse la cabeza como locos. Para sorpresa de Sol y Marcos mamá en vez de reírse puso los ojos en blanco y cara de enfado ¿Qué os pica la cabeza? ¿Cómo no me lo habéis dicho antes? Los niños se miraron extrañados ¿Qué le pasa a mamá? ¿Porqué se enfada? si sólo nos pica la cabeza. Mamá salió bufando de la cocina con cara de preocupación. En cuanto terminéis la cena, dijo, venid al cuarto de baño tengo que miraros la cabeza.
Marcos y Sol se miraron, no entendían nada, así que se dieron prisa con la pera y fueron al cuarto de baño. Allí estaba mamá con un peine en la mano y cara de preocupación ¿Desde cuando te pica la cabeza, Marcos? Preguntó mamá. No sé contestó Marcos, desde ….. desde…. no sé mamá desde hace tiempo. Mamá volvió a resoplar y con gesto resolutivo levantó el pelo Marcos con el peine por el cogote ¡Que horror! Gritó ¡estás lleno de liendres! Marcos puso cara de sorpresa y miró a Sol que devolvió la mirada de extrañeza a su hermano ¿Qué pasa mamá? ¿Qué son liendres? ¿Porqué te enfadas? No me enfado contestó mamá, es que tu hermano tiene piojos y tu seguramente tienes también. Son ya las nueve de la noche, la farmacia está cerrada y así no podéis ir al colegio. A ver como está Sol pero lo que está claro es que Marcos no puede ir. Mamá separó el pelo de Sol y con cara de desaprobación confirmó a Sol que también tenía liendres y que al día siguiente no podría ir a al cole.
CAPITULO II
Marcos y Sol se quedan en casa
CAPITULO II
Marcos y Sol se quedan en casa
Mamá había sido categórica, con una cabeza como la de Marcos no se podía ir al cole. Aquello era una bomba de relojería. Iba a contagiar a todos los niños de su clase (si no lo había hecho ya) por no hablar del equipo de futbol que debía ser la locura. Mamá sabía que aquello era un boomerang, si Marcos iba a clase así, contagiaría a algún amigo y una vez Marcos estuviera limpio el compañero le volvería a contagiar a él ¡Había que cortar de raíz! Los niños se quedaban en casa y cuando mamá volviera de la oficina se encargaría del asunto.
Marcos estaba verdaderamente contrariado ¡él quería ir al cole!, no porque la clase de matemáticas fuera su mayor ilusión sino porque se perdería el entrenamiento de futbol y estaban en semifinales de la liga de colegios de la zona. Para Marcos aquello era vital, si faltaba al entrenamiento rompería la dinámica del equipo y además el entrenador pondría a Pepe “el tanque”, como sustituto. Marcos sabía que él era mucho más habilidoso que Pepe pero temía que un armario como su compañero le quitara el puesto. Esto no podía ser iría al colegio fuera como fuera.
La mañana empezó como todas las mañanas, los niños desperezándose en sus camas mientras el sonido de la ducha del baño de sus padres y el olor a café se extendía por la casa. Pero hoy papá no entro en la habitación metiendo prisa a los niños. Al revés, con una enorme sonrisa les dio un beso mientras desayunaba y les dijo que le daba mucha envidia que se quedaran en casa, que a él también le gustaría quedarse y no ir a trabajar. En ese momento sonó el timbre, era Marta, su cuidadora, Mamá la había llamado para que viniera por lo mañana y se encargara de los niños mientras ellos estaban trabajando.
Sol estaba contenta, tendría tiempo para pintar y disfrazarse. Marcos también lo estaba ¡tenía un plan! Tan pronto como papá y mamá salieran por la puerta se quitaría los piojos, mamá se pondría muy contenta al llegar a casa y seguro que le llevaba al entrenamiento. La noche anterior, fingiendo hacer un trabajo había buscado en internet soluciones caseras para los piojos y encontró un montón de entradas relativas al uso del vinagre. Parecía sencillo.
Tan pronto como oyó la puerta cerrarse corrió a la cocina a por la botella de vinagre y se encerró con ella en baño. Al abrirla el olor le echó para atrás ¡Que asco! ¡Que mal huele! Pero estaba decidido ¡el animal de Pepe no le iba a quitar su puesto en el equipo! Así que se armó de valor y empezó a echarse vinagre por la cabeza. El olor era muy fuerte, y de pronto la cabeza empezó a picarle ¡esto no tenía buena pinta! El vinagre le corría por la cara y le entró en los ojos ¡que horror! El dolor era indescriptible ¡se estaba quedando ciego! No podía abrir los ojos, ¡Marta Marta! Empezó a gritar sin poder abrir los ojos. Marta llegó corriendo ¿Qué pasa Marcos? Abre la puerta del baño ¡No puedo estoy ciego! ¡Me arde la cara, la cabeza y los ojos! Marta se empezó a poner nerviosa ¿Pero que has hecho? ¿Cómo que estás ciego? Sí, contestó Marcos aullando, me ha entrado vinagre en los ojos y no puedo abrirlos además me arde todo Tranquilo contestó Marta lávate la cara y los ojos con mucha agua e intenta tranquilizarte, cuando te pase la quemazón me abres la puerta. Marcos hizo caso y sintió como el agua tibia calmaba sus ojos. Una vez pudo abrirlos, abrió la puerta del baño allí estaba Marta con cara de preocupación. A Marcos en aquel momento Marta le pareció lo más maravilloso que había visto nunca. Con los ojos llenos de lágrimas por el vinagre y el susto en el corazón se abrazó a Marta y lloró desconsoladamente durante un buen rato.
Sol
Sol queda con sus amigas en casa
Tan pronto como oyó la puerta cerrarse corrió a la cocina a por la botella de vinagre y se encerró con ella en baño. Al abrirla el olor le echó para atrás ¡Que asco! ¡Que mal huele! Pero estaba decidido ¡el animal de Pepe no le iba a quitar su puesto en el equipo! Así que se armó de valor y empezó a echarse vinagre por la cabeza. El olor era muy fuerte, y de pronto la cabeza empezó a picarle ¡esto no tenía buena pinta! El vinagre le corría por la cara y le entró en los ojos ¡que horror! El dolor era indescriptible ¡se estaba quedando ciego! No podía abrir los ojos, ¡Marta Marta! Empezó a gritar sin poder abrir los ojos. Marta llegó corriendo ¿Qué pasa Marcos? Abre la puerta del baño ¡No puedo estoy ciego! ¡Me arde la cara, la cabeza y los ojos! Marta se empezó a poner nerviosa ¿Pero que has hecho? ¿Cómo que estás ciego? Sí, contestó Marcos aullando, me ha entrado vinagre en los ojos y no puedo abrirlos además me arde todo Tranquilo contestó Marta lávate la cara y los ojos con mucha agua e intenta tranquilizarte, cuando te pase la quemazón me abres la puerta. Marcos hizo caso y sintió como el agua tibia calmaba sus ojos. Una vez pudo abrirlos, abrió la puerta del baño allí estaba Marta con cara de preocupación. A Marcos en aquel momento Marta le pareció lo más maravilloso que había visto nunca. Con los ojos llenos de lágrimas por el vinagre y el susto en el corazón se abrazó a Marta y lloró desconsoladamente durante un buen rato.
Sol
Sol había estado muy atenta de lo que estaba pasando con su hermano y los piojos, había visto que mamá se había enfadado al principio pero que después se le había pasado y que Marcos iba a pasar la tarde con mamá y ella iría al colegio y se perdería las fantásticas tortitas con sirope de fresa.
Sol quería pasar la tarde con su hermano y su mamá, así que decidió imitar lo que le pasaba a Marcos, se sentó a cenar en la mesa y comenzó a rascarse la cabeza todo el rato. Cuando mamá vio que Sol se rascaba la cabeza, solo la dio un beso y la dijo mañana te vienes con nosotros, vamos a desayunar todos tortitas y después nos libraremos de los piojos.
Sol estaba muy contenta, había conseguido lo que quería, lo que ella no sabía es que ahora la pioja Margarita y todos sus hijos, estaban pasando unas agradables vacaciones en su cabecita porque a la hora del baño había utilizado la misma toalla que Marcos y Margaríta había cambiado su lugar de veraneo por otra cabeza, más limpia y más tranquila ;)
Sol queda con sus amigas en casa
Sol había quedado con sus amigas en casa, una tarde calurosa de verano perfecta para comer helado, bajar a la piscina y jugar a las muñecas, era un plan perfecto !!
Ana, Cloe y Elena estaban puntuales en casa con el bañador puesto y las toallas en la mano para bajar a la piscina. Sol estaba emocionada, ya podían bajar solas a la piscina sin padres, aunque mamá las veía desde la terraza, abajo en la piscina las esperaban más amigas y amigos la tarde prometía ser divertidísima!!
Después de jugar en la piscina y terminar arrugadas como garbancitos, subieron a casa a comer helado y a jugar con las muñecas, Sol cogió su cepillo para peinar a Sara su muñeca preferida y Cloe lo utilizó para cepillarse el pelo que estaba enredado después de la piscina, Elena también lo utilizó para peinar a su muñeca, quería hacerle una trenza preciosa y para eso el pelo no podía estar enredado.
Todas compartieron cepillo, y toallas en la piscina.................después de dos días la mama de Cloe llamo para decir que la peque tenía piojos, que tuvieran cuidado por si las otras niñas estaban contagiadas que les echasen un vistazo.
Sol estaba limpia, mamá había puesto unas gotitas de aceite de lavanda en el champú y los piojos no habían querido acercarse por allí, pero Elena y Cloe habían cogido piojos..............
La hora del recreo
La hora del recreo
El invierno es genial para jugar en el recreo, sobre todo si ha nevado el día anterior, pensaba Marcos mirando por la ventana y mirando los nevados columpios al otro lado del patio.
-Este año tenemos que hacer el muñeco de nieve más grande de la historia, le pondremos botones y seguro que Inés la profe que cuida el comedor nos da como todos los años una zanahoria para que le pongamos la nariz. Menos mal que mama me ha dado guantes y gorro porque hace muchísimo frío y sin ellos en cole no nos dejan salir a jugar porque luego nos ponemos todos malos.
Una voz interrumpió sus sueños
- Marcos has terminado ya las sumas?
Marcos despertó de su sueño sin saber que contestar - Mmmmm no señorita todavía no
- Sabes que hasta que no termines no bajarás al recreo verdad?
- Si señorita ya mismo termino
Marcos no terminó las sumas a tiempo porque volvió a quedarse hipnotizado con la nieve y se tuvo que quedar en clase con otros compañeros que no habían terminado. Roberto su mejor amigo había terminado las sumas y estaba a punto de salir al recreo pero la seño no le iba a dejar porque no tenia gorro ni guantes, así que Marcos le dejo los suyos para que al menos el si pudiera salir a jugar.
Marcos terminó sus sumas casi cuando sus compañeros estaban subiendo, y el recreo ya había pasado pero no le importaba mucho porque sabía que en un rato saldría a comer y ese recreo era mucho más largo y harían el muñeco de nieve.
Llegó la hora de comer y del descanso se puso sus guantes y su gorro y salió al patio dispuesto a hacer el muñeco más grande de la historia del colegio.
El muñeco era gigante tenía nariz de zanahoria, chaleco, y hasta un sombrero que les había dejado la profe de teatro .
La tarde fue mucho mejor, Marcos termino todo a tiempo y sabía que no tenia deberes para casa, pasaron los días y Marcos empezó a sentir unos molestos picores en la cabeza.
Roberto no llevaba dos días sin ir a clase y también faltaban Cris y Marta , la profe les dio una circular avisando de que había varios niños con piojos en la clase que revisaran las cabezas de todos los niños y que usaran algún preventivo como aceite del árbol del té o aceite de lavanda para evitar que el contagio se propagase . Marcos ya sabía que era de los piojos y que no era nada malo, cuando sus amigos empezaron a alarmarse Marcos les dijo que no pasaba nada que no se preocupasen que en solo dos horas se podían quitar y que no es malo tener piojos es solo como tener una gripe.
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